En 1874, el «San Antonio» de Murillo desaparece de la Catedral de Sevilla, pero se descubre en América y regresa a Sevilla meses más tarde. El general Concha, que en ese momento era el capitán general de la isla de Cuba, dejó en libertad de forma misteriosa al ladrón.
En Sevilla, una urbe con un rico pasado y gran riqueza cultural. En el siglo XIX, existía una célebre obra de arte de San Antonio de Padua, realizada por el famoso pintor Bartolomé Esteban Murillo. Esta pieza artística estaba muy apreciada y se encontraba en la Catedral de Sevilla.
En 1874, una persona decidió que deseaba la pintura para sí misma y la sustrajo. ¡Un robo valiente e intrépido! El anuncio generó mucha conmoción, pues se trataba de una creación de gran relevancia tanto en el ámbito cultural como en el religioso.
El criminal logró transportar la obra de arte a Cuba. No obstante, la pieza artística no permaneció allí durante mucho tiempo. Debido a la colaboración de las autoridades y ciertos detectives astutos, la obra de arte fue localizada en una tienda de antigüedades en Nueva York.
Por fin, en 1875, la pintura fue encontrada y llevada de vuelta a Sevilla. Este suceso fue registrado en la historia como una demostración de cómo la persistencia y la colaboración pueden recuperar incluso los objetos más preciados luego de haberse extraviado.
De acuerdo a la información de Wikipedia.
En noviembre de 1874, un ladrón cortó un fragmento que mostraba la imagen del santo. Después, terminó en una tienda de antigüedades en Nueva York, donde fue adquirida por William Scheams. Después de averiguar de dónde venía, la cedió a la Embajada Española sin costo alguno. En 1875, el fragmento fue regresado a la catedral.
La Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla sugirió que fuera restaurada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, que en ese momento contaba con más recursos.
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